H O M E N A J E S
“Como yo no soy yo, represento a cualquiera y le presto mi voz a quien aún no la tenga; o repito otras voces que siento como mías aunque, hasta sin querer, siempre de otra manera”. Convencido con Gabriel Celaya que la Poesía es una verdadera, legítima e indiscutible Sociedad Anónima, puesto que no es nuestra, sino que la hacen a través nuestro mil asistencias, trabajando en equipo con cuantos nos precedieron y nos acompañan;
consciente que cada uno de nosotros somos varios, una multiplicidad, en decir de Deleuze y Guattari; dándole la razón a la insistencia de Lautréamont en cuanto a que la poesía debe ser hecha por todos; nuevamente rindo HOMENAJES a algunos de los poetas que han apuntalado nuestro insomnio, son ellos, entre otros, Mery Sananes, Octavio Paz, Saint-John Perse, Héctor Silva Michelena, Lidda Franco, Germán Pérez Chiriboga, Lubio Cardozo, Dionisio Aymará, Gustavo Pereira, Ramón Ordaz, Rafael Guerrero, Eliseo Diego, José Emilio Pacheco y César Dávila Andrade; de manera entrañable a esa raza que canta en la tormenta: Juan Ramón Jiménez, César Vallejo, Arturo Rimbaud, San Juan de la Cruz, Vicente Gerbasi, Blas de Otero, Víctor Valera Mora, Mario Benedetti y Germán Pardo García.
Pablo Mora
IBAN Y VENÍAN
Se levantaban juntos
Pasaban el día juntos
Leían juntos
Uno acero y plata
El otro tez olivácea
barba negra nazarena
ojos oscuros y hundidos
árabe ancestro de andaluza estirpe
Hasta que un mediodía uno de ellos estuvo muerto
y por la cuadra en silencio revoloteó
una bella mariposa de tres colores
Dicen que ahora se les ve
muy de tarde en tarde y de noche en noche
en una isla espiritual caída del cielo
protegiendo el corazón de sus auroras
templándole la cuerda a la esperanza
SAMAIN DIRÍA
el aire es quieto y de una contenida tristeza
Vallejo dice hoy la Muerte está soldando cada lindero
a cada hebra de cabello perdido desde la cubeta de un frontal
donde hay algas toronjiles que cantan divinos almácigos
en guardia
Nunca sino ahora supe que existía una puerta
otra puerta y el canto cordial de las distancias
¿ Hasta dónde me alcanzará esta lluvia?
Canta lluvia en la costa sin mar!
Cae agua de revólveres lavados!
Todo aparentemente sigue igual
Varios días el viento cambia de aire
En la cárcel con sueño de esperanza
estará nuestra sombra cuestionando
NADA TE DETENGA
ermitaño augusto
vigoroso camarada
esquiva naufragios y centellas
vuele libre tu alma centinela
Armémonos de nuevo contra la injusticia
Demos por sagrado el desorden de nuestro espíritu
por ineludible el insomnio y la noche que nos cruzan
Indispensable llegar a lo desconocido
Porque en el tiempo no fuiste un pájaro
sino un rayo en la noche de la especie
una persecución sin tregua de la vida
una raza que canta en la tormenta
relumbra vela brilla resplandece
para que el canto siempre permanezca
NUNCA MÁS HUÉRFANA
la vigilia que cuando un alma que en soledad vivía
quedó también en soledad herida
Nunca la soledad sonora fue más noche sosegada
que cuando aquella Esposa sintió que todos
mil gracias le fueron refiriendo de su Amado
Nunca el amor jugó mejor al escondido que cuando
aquéllos entre montes y riberas entre prados y verduras
anduvieron
Pastores huertos rosas flores prados
¿Acaso por vosotros ha pasado aquél que os decía
Decidle que adolezco peno y muero aquél
que andando enamorado se hizo perdidizo y fue ganado?
Nunca más el amor descalabrado que con
un no sé qué que quedan balbuciendo
Métele duro Juan de madrugada!
Métele firme Juan de Madrugada!
LARGUÍSIMA
la noche que nos cruza
Acaso brille un lucero a la intemperie
Acaso algún horizonte vista claridades
Tal vez afuera lejos de la tierra
Somos otros en despiadada espera sostenidos
El canto está apagado su ojo insomne
inmenso insomne párpado nocturno
Defendamos con urgencia los fueros de la vida
amenazada
Se necesitan palabras que golpeen
fuego que haga visible el ramo del primer sol
esa mujer desconocida que es la nochepoesía
la más larga y gozosa de las noches
Como un árbol al pie de la tormenta
en vela con la lira de su insomnio
ven a sentarte en el lugar del grito
ven a mirar el tiempo que comienza
ven conmigo a esperar la clarinada
la memoria y certeza de estar vivos
ÁNGEL
fieramente humano
rompía el día con sus versos
daba todos sus versos por un hombre en paz
¿ Hasta cuándo esta sima y su silbo de víboras?
que rubrican el vértigo de ser hombre hasta el fondo?
¿ Hasta cuándo la carne cabalgando en el alma?
¿ Dónde está Blas de Otero?
Rodeado de fuego con los ojos abiertos
En el fondo del mar con los ojos abiertos
Limitando tan sólo con el viento
YO ME CELEBRO en la poesía
como quien celebra una boda con un cuchillo
pero digo y que mi boca sea borrada
desde los últimos rincones del infierno
la poesía sacará sus uñas
y nos verán a todos y no precisamente
con las manzanas en las manos
Yo justifico esta guerra
Nuestros deseos los llevamos engatillados
hasta que por las rendijas de las ventanas
veamos pasar con su sombrero alado y
su vestido de flores y su cesta y su dignidad
y un gran escándalo en el pecho
a la vieja de los pericos
Es todo por hoy amigos míos
mañana cuando mi verso se alargue el pantalón
regresaré con el viento en armas
a reclamar algunas y otras cosas
CON LAS MANOS abiertas y aprendices
estamos en la noche agazapados
nos asombran las bóvedas y el viento
Entre noches de pálpito y conjura
nos quedamos de pronto sin presente
sin futuro sin fe sin osadía
En la helada tangencia de la muerte
esperamos la noche alguna noche la noche
como muro como asombro
la muerte nuestra noche predilecta
Junto al río o al borde de la noche
desde el umbral azul de los fogones
crepitando en enigmas postergados
pregunta que pregunta por las sombras
¡OH FORMAS de la noche intemporales
como la luz! ¡Oh arterias! ¡Oh camino!
¡Oh ausencias insepultas! ¡Oh distancias!
¡Oh asombro el de tus magmas encendidos!
Deseo de partir al infinito
de cara hacia el misterio para siempre
Asombro nocturnal en gloria erguido
deslumbrando los tránsitos finales
Paso del tiempo paso de las cosas
Paso del hombre a solas con su sombra
Lumbre para escaparnos de la muerte
Cuando necia la noche nos persigue
la noche sepulcral donde morimos
cuando a nacer apenas empezamos