Te sigo, con la nostalgia de siglos
que no fueron ni serán míos...
¡No tener una edad inacabable para quererte!
Permanecer a tu orilla como a la de un joven
que corre hacia sus límites, mi limitado hoy.
No tuve ni tendré una eternidad de ti.
Un minuto tuyo soy, y ello me duele tanto
que sufro al amarte, y te daría
más tierra de mí, quedándoteme.
Sí. Te contemplo y oigo. Huelo tu simiente
y, pobre Sarah que soy no te devuelvo
lo que me vienes a dar.