Y se entibió tu vientre
lluvioso de huracanes,
bajo el violín del gozo
vibró en sonatas,
cantó turpiales...
Fue llanura y plaza,
humedad y parque
harinoso musgo
de ingenuo detalle...
Me acerqué a tu beso
de orquídea fragante
que, labrado sable,
me cortó la pena
de las soledades...