al aire perpetuo del presente das
tus colores de caracol y rosa.
Transversales; dormida,
mientras despierto estoy
pidiéndole a los pájaros
los trinos de la amanecida.
Verticales, haciendo la fatiga,
volando entre rosales
de Dios a ortiga...
En la dimensión interna, zigzagueamos,
creando de dos arcos un solo arco extendido
desde tus halos hasta mis halos...
ESTA MUCHACHA
que muestra que me ama
que se ha jugado el ser
por la ganancia
de cazar
este pájaro que soy.
Con ardorosa flecha
dispara al corazón;
lo ha tocado de punta,
como a pétalo,
y lo ha hecho brotar
fragancia de ilusión...
Ahora
en sus manos
late como un Lázaro
llamado a la vida
tres veces por amor...!
Hoy en Puerto Rico
ha muerto la guerra.
Ha nacido la paz
en las banderas...
Con las tranquilas fuerzas
de este pueblo
ha marchado el amor
en su cadencia,
diciendo a los cobardes
de la libertad
que aplauden el morir
de nuestra naturaleza,
que Vieques
se ha salvado en este día
por que los hijos honrados
de la tierra borinqueña
cargaron a sus espaldas
la cruz de la dignidad
de la estirpe caribeña.
Por eso en Puerto Rico
ha muerto hoy la guerra.
Ha marchado, blanca, la paz
reunida en las banderas...
El verdadero canto corre mis sentidos.
Un almendro está a sólo seis números asustándote.
Tu gesto único, definidor, definiendo.
Únicamente definido en ti.
Lapso de luz. Eres un relámpago!
6, 5, 4 ,3, 2, 1...
Todo enjaulado en mi memoria;
todo cosido al corazón con hilos gráciles...
Hoy atravesamos Cidra, Caguas entre frutales.
Vivimos el sol 6 horas.
75 millas escuché tu garganta quejumbrosa.
Forcé tu corazón y tu ternura.
Ahora me como este pan amargo, silencioso,
porque debes estarte andando sobre luces;
porque emigré de ti casi habitándote.
El fuego nos consume, las estrellas,
los poemas, las manos, los redobles,
la orilla en el borde de aquella carretera.
¡Están las sombras esperándonos!
¿Cuántas palabras dije?
¡Cuántas maravillas tuvimos!
¡Camino por la piel del rostro tuyo!
Iba mirando aquellos toronjales,
los guayabales y ciertas flores...,
un capullo de dos pétalos rosas encerados
con una fragancia que no les conozco,
pero puedo sentir no equivocado.
¡Qué violenta es la lucha de estar solo!
¡Que doloroso herido estar de frente recordándote!
Seis horas y un camino. Tu voz apagándose.
Enamorado iba de tu acento, del ronco hablar que poseías.
Enamorado estoy de tu garganta y la quiero cuidar
como a la mía. Pero lejos, de acá, sólo podría
esperar que te sanes alejándote,
mientras me acerco más a tu angostura
sobre luces pisando
igual que tú sobre las luces...
No recuerdo , pues no tuve tu beso,
tu caricia, ni tu redonda cara tapatía.
Ni recuerdo el aire de tu risa
ni tu voz cadenciosa, ni tu prisa...
Sólo el ritmo suelto
de tu merengue fácil
sobre la tarima...